De repente Migue me saca de esta especie de trance en que se ha convertido esta escalada, sólo pienso en dar un paso uno detrás de otro, no quiero mirar a cumbre, sé que está tan cerca, tan lejos...
- No puedo más...
Hace rato que le observo y me preocupa, no está bien, sería extraterrestre si lo estuviese.
Que alguien que sólo tiene el 60% de capacidad pulmonar haya llegado a 5500 m de altitud con sólo tres días de aclimatación es una proeza.
Lo he visto sufriendo las dos últimas horas sin una sola protesta, nunca lo hace, le admiro.
No conozco a nadie con tanta resolución y capacidad de sacrificio.
Escala para si mismo, para demostrarse que querer y poder son las misma cosa, le admiro.
- ¿ Como estas ?
-No puedo mas.
- No te preocupes, hacemos un descanso, si no te recuperas nos bajamos. Tomate esto.
Hace rato que la decisión estaba tomada y sin embargo ha subido hasta el límite de sus fuerzas, ahora sabe que lo ha dado todo y puede darse la vuelta sin remordimientos.
- Yo me vuelvo, seguir vosotros.
Mi cabeza se debata entre regresar con él y continuar hasta una cumbre de la que nos separan escasamente dos horas.
De repente sus palabras vuelven a hacerme volver a la realidad.
- Acuerdate del Mount-Blanc.
Es generoso hasta el final.
Comenzamos a separarnos en direcciones opuestas, y cuando piso la cumbre no siento alegría.
A la bajada lo encuentro esperando en la morrena del glaciar.
-¿ Que tal ?. Me pregunta.
- Cumbre.
- ¿ Y ya está ? , ¿ no estas contento ?.
- Si pero no ha sido lo mismo.
- No seas tonto, todo llegará.
Y no se equivocó.